Hay aquí gran diversidad de credos e iglesias, gente que va por la calle a veces gritando, otras veces cuchicheando, sus apreciaciones sobre las cosas de Dios y sus influjos.
Parece que en los yunaites, el aguila imperial, a la patria una iglesia en cada hijo le dio.
Yo no me explico cómo esa gran diversidad convive, coexiste, sin que se den fricciones. Aun cuando han sido denunciadas, las iglesias "de Dios", siguen funcionando, como intermediarias de la fe.
Abundan las huestes católicas, me incluyo entre ellas, aunque no guadalupano, pero sí franciscano, medio jesuita y seguidor de la teología de la liberación, por ahí va mi rollo.
Han crecido como hongos tras la lluvia, las iglesias evangélicas o protestantes, amplio abanico de luteranos, anglicanos, presbiterianos, metodistas y pentecostales. Estos últimos han penetrado, como cuchillo en mantequilla, a la población latinoamericana.
En el área angelina, las iglesias que existen se ajustan a tu presupuesto, son muy pobretonas, se sostienen vendiendo pupusas (gruesas tortillas de maíz salvadoreñas) y tamales en la banqueta, pero hay también lujosos templos y sinagogas de donde entran y salen opulentos personajes y mujeres más bellas que las de Tierra Santa.
La iglesia ortodoxa aglutina a la comunidad europea del este y de los llamados países bajos, turcos, griegos, serbios, albaneses, chipriotas y armenios, etc. Gente muy singular entre los cuales uno no puede colarse entre sus filtros selectivos, ujieres que luego te detectan y casi te truenan los dedos, al ver tu pétrea y cactácea fisonomía mesoamericana, o sea tu bigotito partido, lampiñón y tu cachucha del Toluca.
Entre los orientales, sobre todo coreanos y filipinos, se reproduce el amplio espectro evangélico-católico, sin embargo, aunque incipiente se da la expresión del culto budista en toda su diversidad, sintoístas, hinduistas, mahometanos y hare krishnas.
Cada quien vive su espiritualidad, como privilegio de conciencia y beneficio de protección legal.
Ha crecido mucho la controversial "iglesia universal", también conocida como "pare de sufrir". A mí me consta la gran costalada de dólares que recogen los ujieres y edecanes para llevarlos "al altar del señor”. Obispo, le llaman ellos. Unos intermediarios de la fe algo careros y mañosones, pues a cambio de una "rosa de Sharon", el aceite consagrado y sus continuos tours a "la tierra prometida", le ofrecen el alivio y salvación a centenares de incautos, que anhelan tranquilidad en sus vidas y paz en su corazón. Iglesia universal, modernos mercaderes de la fe,
testigos de Jehová, mormones, la luz del mundo, chamánicos, rosacruces y hasta la "Iglesia de la santa muerte", todas compiten por acaparar la gran demanda de alivio emocional y estabilidad afectiva y social.
Yo, como humilde ciudadano del mundo, mojado de condición, respeto a todos, no me persigno ni me hinco, pero sí imploro a mi Dios para que todo salga bien y todos vivamos cada día mejor. No me alboroto para entrar a alguna iglesia, entro o salgo sin sentirme comprometido con nadie. Mi Dios es un Dios de libertades no de esclavitud, fanatismo o conveniencia. Como un mojado espiritualmente definido simplemente digo; a Dios rogando y con el mazo dando.
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