sábado, 12 de diciembre de 2009

AMANECER FANATICO O LAS MAÑANITAS DE JEHOVA

Es domingo, alguien toca a la puerta y me saca abruptamente del mundo de los sueños. Supongo es de madrugada. Veo el reloj, marca las siete. Uf, demasiado de madrugada.
Por la mirilla observo, son los Testigos de Jehová, como siempre, con su inflada, deforme y dientona carota en el pequeñísimo visor. Bostezando vuelvo a mi camastro. Mi rommate (compañero de apartamento) se ha marchado hace rato en medio de ruidosos ajetreos y mentando madres porque otra vez se le hizo tarde, según escuché entre bambalinas del narcotizante Morfeo. El depa es mío y la mañana es una niña que me sonríe y dice: anane, sigue haciendo la meme. Como oso me arrellano en mi alambrerío forrado de algodón, decidido a seguir durmiendo la mona y que los “testículos de Jehová” (como les llama un profano que conozco), reinventen la Biblia a mis puertas, si quieren.
Sin embargo, el empeño de sus nudillos, como queriendo derribar con arietes una muralla, no me permite concentrarme en mi tarea de Bello Durmiente. Como es usual, visten impecables; camisa blanca de manga corta, corbata, pantalón de vestir, (parecen meseros de catego) y traen elegante maletín tipo hombres de negocios. Su estruendo e impaciencia (ansiosos por salvarme) termina decidiéndome por abrir, de otro modo no se largarán. Un abonero no es tan apurón, ni el manager del edificio, menos una sexoservidora, como estos promotores de la fe.
Asomo despeinado y semiencuerado, como si en vez de la cama viniera de ejecutar un table dance. Mojado y teibolero, válgame Dios.
Cómo está, señor, ya venimos como siempre a saludarlo y a traerle la buena nueva. Y como no queriendo, entre pregunta y pregunta desgranan anécdotas que me sé de memoria y referencias al libro aquel que se escribió quién sabe cuándo, y se leyó quién sabe dónde, versículo tal y tal.
El tópico fundamental es la obediencia a un Dios que está escrito en su libro y grabado en mi conciencia.
Hago un esfuerzo sobrehumano para no quedarme dormido ante tan estos emocionados expositores del evangelio. (Recargado en su propagandístico hombro).
¿Estaría usted dispuesto a escucharnos? (Error estratégico. Esas cosas no se preguntan, se toman por asalto. Ya estuvieran, sin mi permiso, posesionándose de la sala). De inmediato, sin pedirme parecer mi cabeza dice que no, que prefiero seguir con las tareas que estaba haciendo en base a caidita de pestañas.
Doña Tranquilina, la mamá de Pedrito pasa y me hace un gesto, como diciendo; mándelos a la goma y méngache a la misa dominical, en la placita Olvera.
Mis ofrecedores de la fe, viendo que soy un irredento güevonazo que más se preocupa por críar babas en la almohada, amablemente me dejan sus atalayas y demás papelitos y se marchan con su porte de ejecutivos.
Voy a mi poltrona, con mi cargamento de documentos religiosos que dejo arriba del refri, por si a mi compa le interesa revisarlos y salvar su alma. Aunque lo dudo porque es un completo agnóstico convencido por la propaganda (posteo) facebookero de Omar G. Nieves. Sea por Dios.

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