viernes, 20 de noviembre de 2009

EN LA CUEVA...

-Córranle, Córranle, Güey…agáchense, agáchense, ching…otra vez nos torcieron !!!
Yaaaa…Yaaaaaa !!! …No puedo mas, Ayyyy! !!!... Yo aquí me quedo… La herida del pie saturada de pus que impide a Serafín Benítez caminar, se hace mas notoria por la fetidez que emana y llega como un golpe que revuelve el estómago. Benítez es un habitante más del canal de desagüe de Tijuana, una colonia subterránea de inmigrantes, casi todos deportados, que han hecho de las alcantarillas o los huecos en la tierra su nuevo hogar, mientras persisten en su obsesiva idea de cruzar la frontera hacia el País del Norte.
El lugar es húmedo, plagado de ratas y desechos. Tras las compuertas del desagüe, los migrantes acondicionan llantas sobre las que ponen pedazos de cartón para formar sus camas. Desde estos catres se puede ver la barda metálica que divide las pobres barriadas de Tijuana de los portentosos centros comerciales de San Diego. A la estrepitosa música que llega desde las cantinas de Tijuana, entre estos charcos de aguas negras, casi siempre se le suman los gemidos de un migrante quejándose. La madrugada del sábado, era Serafín quien se revolcaba de dolor. Casi un mes atrás se encajó un clavo en el talón del pie y hoy la herida es del tamaño de una pelota de golf, hedionda y saturada de pus.
--"Aguanta, yo sé que te duele, pero ya casi acabo", le recomienda Roger Martínez , de la organización Ángeles del Desierto, un grupo que al menos una vez por mes visita esta zona para curar y alimentar a los migrantes. Pero Serafín suplica que pare. El dolor es insoportable. Sus compañeros lo sujetan, mientras ven brotar la pus de su pie. Otros prefieren observar la escena desde lejos. Todos acaban de comer torta de frijoles, una bebida de atole de arroz que los voluntarios de Ángeles del Desierto les acaban de dar. Ninguno muestra sentir náuseas, estas escenas y otras peores les han tocado vivir…

EL ORIGEN DE LAS CANCIONES REVOLUCIONARIAS MAS CONOCIDAS...

* LA ADELITA

Existen dos versiones sobre el origen de esta canción hija de la revolución Mexicana, consideradas como las próximas a la verdad. Discrepan en el nombre del enamorado y en la jerarquía militar.

a) La versión mas romántica. Se atribuye a Elías Cortazar Ramírez ,joven capitán del ejercito constitucionalista, que hacía versos y canciones , quién se enamoró de una bella muchacha tampiqueña llamada Adela, la que constantemente desdeñaba los amorosos requerimientos del joven Elías, quién temeroso de morir en alguna acción militar, quiso dejar testimonio de su amor y fidelidad, componiendo la canción que aún hoy perdura:

Si Adelita se fuera con otro,
La seguiría por tierra y por mar,
Si por mar en un buque de guerra
Si por tierra en un tren militar.

La División del Norte al mando de Pancho Villa acosaba a las tropas concentradas en Tampico a las que pertenecía nuestro personaje y éstas se ven obligadas a salir de la ciudad para combatir. Por la noche durante algún descanso en la lucha, Cortazar Ramírez acompañándose con su guitarra, entonaba continuamente “La Adelita” que los soldados norteños aprendieron y la hicieron suya. Cortázar murió en combate y la letra de su canción fue arreglada de forma que diera el último adiós a la ingrata amada.

b) La segunda versión nos presenta al sargento norteño Antonio del Río Armenta. En un combate entre Villistas y constitucionalistas resulto herido y fue atendido y curado por una bella jovencita llamada Adela, de la que se enamoro perdidamente. Adela Velarde Pérez, formo parte de un grupo de la Cruz Roja que había integrado en 1914 Leonor Villegas de Manón para atender heridos de la División de Oriente.. Otra versión dice que los Carrancistas llevaron la canción desde Tampico, la cual no era conocida por las tropas Villistas y que el sargento Del Río Armenta la adapto y la declaró como suya, haciéndola popular. Los soldados Villistas la hicieron suya y la cantaban en improvisados orfeones por los campamentos y trenes, propagandota por todo el país. Adela Velarde fue reconocida como veterana de la Revolución y condecorada en varias ocasiones. Se dice que ella siempre recordó con emoción a su enamorado y su canción. Adela conoció y trato a varios de los generales de mayor prestigio como Venustiano Carranza, Jacinto previno, Pablo González y Cesareo Castro.

Bibliografía : Música y músicos de México.
Simón Tapia Colman
Editorial Panorama.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

DOLARITO Y PESITO Y SUS DESPAPAYES

Dolarito, apodado así por su obsesión de ganar algo del papel verde gringo, fue por sus documentos apócrifos al Mc Arthur Park o sus cercanías.
Lo acompañaba a lo mismo, Pesito, un chavo menor que él y más prieto. Nombrado Pesito porque para todo sale con que: no pos allá en México ta duro ganar el pesito…
Los papeles falsos, en mención, están severamente condenados por las autoridades de Inmigración. I.N.S. (Inmigration and Naturalization Services) Ay-an-es (pronuntiation) que implementan férreas medidas contra empleadores que contraten indocumentados. Pero a pesar de las constantes violaciones a las leyes de inmigración y seguridad interna, dichas autoridades saben que el problema no se resolverá multando gente que no tiene de dónde echar mano en la contratación de empleados, así que se hacen de la vista gorda.
Por eso, con una vueltecita por las aceras de la Alvarado st. (street-strit-calle), en las inmediaciones del Mc Arthur park, con ochenta o noventa dolaritos te conviertes en cuestión de minutos en uno más de los setecientos y tantos millones de habitantes de este mojiguango país, al fin que casi todos, desde los fundadores de la patria hasta los últimos pollos correlones que vienen llegando por el cerro, han sido inmigrantes.
Conseguidos sus papeles, Dolarito y Pesito, con un tipo que los traía bajo la chaqueta como si fueran ringleros de condecoraciones ocultas, y que los vende con la discreción de una prostituta, (nomás le falta mascar el chiclote), se sintieron igual que Rambo.
Caminaban con el pecho hinchado y aplaudiendo pausadamente mientras cantaban. Traían la aid, el seguro social, la matrícula del consulado, y hasta un acta de nacimiento que los acreditaba como nativos del Este de Los Angeles. Y todo regateado en setenta dólares. ¡Lo barato que sale ser documentado, y la migra tanto que la hace de tos!
Dolarito, delgado, espigado, blanco. Pesito, prieto, chaparrón, pelos de púas, proceden de Nayarit. Uno, Pesito, es de por allá de algún barrio ixtleco, descendiente de tribus nahuatlacas (acaso del mismísimo San Juan Peyotán, de la sierra del Nayar, no se sabe bien a bien su origen). Su nombre real es Pancho. El otro, Dolarito, se llama Lencho y es tecualeño.
Lencho y Pancho son pobres pero no se agüitan, de todo se ríen, a todo le toman sabor. Son la carcajada pura, se divierten aún en lo más duro y tupido de pesadas circunstancias. Y con sus puntadas y payasadas quitan el clímax de drama y gravedad a las duras vivencias. Para ellos, según su visión sencilla pero certera, es “chingón, vivir” así pasen las de Caín.
Admiradores de don Cheto, el popular locutor, les gustaría algún día tener un programa de radio. Y entonces dirían: ¿Quieeen les aleeegra la mañaaanaaa? ¡Leeenchooo y Paaanchooo!... ¿De quieeen es este paiiisss?... ¡De nosotrooosss!…
¿Quién trae sus documentos “legalizados”?... ¡Leeenchooo y Paaanchooo!…

CRONICAS NEGRAS DE LA REVOLUCION MEXICANA. LA MUERTE DE OTILIO MONTAÑO..

LA MUERTE DEL PROFR. OTILIO MONTA@O.
Por Juan Salazar Perez.
(2a. parte) LA MA@ANA DEL CRIMEN.

El 10 de Mayo de 1917, fué ajusticiado en el pueblo de Tlaltizapán, Morelos, el Profr. y Gral. Otilio Edmundo Montaño, autor del Plan de Ayala y compadre del Caudillo Suriano Emiliano Zapata.
Era la madrugada. La pequeña población, se conmovió al estruendo de una descarga cerrada de fusiles en pleno centro. Los vecinos despertaron aterrados creyendo era un ataque sorpresivo de los carrancistas, que, en esos días, invadían al Estado de Morelos. Nunca se imaginaron que, en esos momentos, la detonación escuchada, ponía fin a la vida del prestigiado general Zapatista.
Sin embargo, el Profr. Montaño, antes de ser fusilado, dicta su testamento político, en el que refuta los cargos del Consejo de Guerra que lo juzgó, y pide, a los licenciados que fueron a notificar la sentencia, que, aun después de muerto, se publique en los diarios de la capital, con la finalidad de que, sus compañeros de armas y la Nación, sean quienes lo vindiquen ante la historia, y, a pesar de que le ofrecen solemnemente que cumplirán con ésta última voluntad, arrumban el documento entre los papeles sin valor del archivo - ocultándoselo al mismo general Zapata-, por instrucciones de Soto y Gama, señalado por Montaño como el principal responsable de su muerte.
No fué, sino hasta dos años después de ocurrido el fusilamiento, en que, un reportero del periódico Excélsior, lo encuentra en la residencia de- Pablo González, en la entonces población de Tacubaya, y lo publica el martes 21 de enero de 1919? en la edición No. 675 de su periódico y, que ahora reproducimos en estos apuntes para que, el caso del general Montaño, sea juzgado por las nuevas generaciones y sirva al esclarecimiento de la verdad histórica.

martes, 17 de noviembre de 2009

CRONICAS NEGRAS DE LA REVOLUCION MEXICANA. LA MUERTE DE OTILIO MONTAÑO..

Por Juan Salazar Pérez
13 de mayo de 1982
Incersionpor Juan J. Gaspar G.

(1a. Parte). EVOCACIÓN DEL PROFESOR OTILIO E. MONTAÑO.

Moreno, delgado aún por aquellos años, con el rostro enmarcado por unos espesos bigotes, Otilio Edmundo Montaño, llegó a Yautepec allá por 1908 a la escuelita de gobierno, situada en una esquina del zócalo de la población, cuya casa pertenecía a la familia Rojí.

Semanariamente, las familias acomodadas del lugar, celebraban sus tertulias, que iban rotándose de casa en casa de acuerdo a quien le tocara ser anfitrión: Ora con los Guzmán, ora con los Reyes, los Plasencia, los Rulfo, los Moreno, los Guzmán o con los Salazar, se daba cita lo más escogido de aquel trasunto de sociedad porfiriana.

Los señores se habían constituído en una cerrada fraternidad denominada "La Escuadra".

Un grupo de muchachas en flor amenizaban las reuniones desgranando los arpegios de sus mandolinas, chocolate y primores de la exquisita repostería casera, eran la delicia de los asistentes.

La vida en Yautepec se desenvolvía en medio de una paz monacal y ambiente recoleto. Por las tardes, las campanas tocaban al ángelus.

El párroco Marcos Osuna, don Teodoro González, el Lic. Díaz Mioqui y algún invitado de ocasión tomaban religiosamente sus puestos, a las dos de la tarde, en la tienda de don Chico Salazar, para escanciar los vinos de su bodega.

Atlihuayán, San Carlos y Oacalco, mantenían, entonces, un permanente ritmo de trabajo, que a su vez, permitía que, el grupito que manejaba el comercio, llevara esta forma de vida placentera y de espaldas al pueblo.

En una de esas tertulias, conocí, por azares del destino, al Profr. Montaño: Un traje gris, gazné en el cuello y calzando zapatos de una sola pieza, es todo el recuerdo que guardo de él.

En 1911, ya iniciada la revolución, lo volví a encontrar nuevamente en Yautepec, pero ahora en circunstancias diferentes: Estábamos en el cuartel general de Amador Salazar, que en nada se parecía a los salones de aquellas tertulias de "La Escuadra", y Otilio E. Montaño, de oscuro profesor, había pasado a ser un prestigioso general zapatista. Más tarde me enteraría de algo más importante ¡Que, el profesor Montaño, era nada menos que el redactor del Plan de Ayala!

Esas fueron las dos únicas veces en que me encontré con el Profr. Montaño, pero para mí quedaron indeleblemente marcadas en el recuerdo. Nunca más lo volvería a ver.

El general tuvo dos hijos: Salvador y Guadalupe. Años después, en plena paz, Salvador estuvo en Yautepec como Secretario del Juzgado de Primera Instancia. Siempre llevó una vida retraída, quizá por la pena de saber que su padre había muerto como traidor. En ese tiempo lo invité para que llevara a uno de mis hijos a la pila bautismal, así fue como encompadramos. Más tarde le dije que estaba reuniendo datos para demostrar que el Profr. Montaño, su padre, había sido asesinado por sus enemigos políticos. Que no fue traidor a la causa que sirvió. Ahora, cumplo con este ofrecimiento, esperando que las nuevas generaciones lo eximan de ese estigma.

PALETEROS DE LOS ANGELES

Con sus modestas ropas, gastados tenis raqueteando el viento, ojos de pescado que trata de aspirar más que boquear fuera del agua, en aquella urbe que los sobrepasa, van los paleteros por Los Angeles.
Tuvieron que dejar sus depauperados pueblos y alejadas rancherías, para internarse en esta gigantesca jungla de concreto, donde hay tigres con rayas de aceite y ojos con brillo metalizado.
Algunos de estos paleteros han sido asaltados y/o golpeados por negros o cholos, prácticamente excavadores de su tumba en el asfalto, a golpes de mota y alcohólicas babas estilando sobre estos aguerridos mexicanos jamás vencidos aunque el concreto los reciba con su pesada piel.
A don Jero lo mató un tipo que manejaba ebrio y drogado. El gremio paletero se unió para hacer la coperacha y pagar los gastos del sepelio.
Sus correrías por las grandes avenidas y por el downtown terminaron bajo las llantas de un carro que saboreó gratis las heladas golosinas regadas por el pavimento.
Don Vicente, el dueño de la paletería "Sarita" apoyó a la familia para el traslado del cuerpo hasta su natal Guerrero. Por más de dos años había pertenecido a ese flamante equipo de andulentes y correlones vendedores de sabroso hielo empaletado.
Los paleteros son mi gremio, son mi raza. Por dos veces he chambeado con ellos, cuando la necesidad más me ha apretado el cogote.
He andado como ellos bajo el quemante sol, empujando el carrito entre el endiablado tráfico, toreando llantas y gritando a pulmón exigido: ¡Hay paletas! ¡Lleve sus paletas!
Algún día, en algún tiempo, hemos de volver a gritar pero las consignas de nuestros batallones aztecas, llamando a levantarnos por sobre nuestras miserias y a superarnos a puro empuje denodado, con el mismo tesón con que batallamos con estos carritos.
Los paleteros van en el mismo jet de la nación más poderosa,( aunque en el tren de aterrizaje y fuselaje), se despliegan intrépidos en la segunda ciudad más importante del imperio. Su sencillez, su corazón noble, su orbe simple se expande como una ampolla pura en el enrarecido aire.
Su sudor es sagrado, su fatiga es bendita, su afán es la del milenario indio, batallando en el mismo frente, aunque con diferentes circunstancias, siglo con siglo.
Cómprale paletas, ellas no son ilegales, como tampoco lo son ellos aunque no tengan los papeles que las órdenes imperantes han impuesto. Ellos vienen de tribus que cruzaban por las montañas todo este territorio del continente, sin más requisito que se pueda exigir al viento o a las aves migratorias, o al mosquito que se cuela por todos lados…
Sigo visitando a mis amigos de vez en cuando, pues doña Sarita, la dueña, además de rentarles cuartos para dormir les vende unos almuerzos muy sabrosos que yo también he disfrutado con todos ellos, amén de convites entre risas, chascarrillos y versos y alguno que otro chupetín bohemio.
Batallón de paleteros indomables: nuestra imagen es inmortal.

lunes, 16 de noviembre de 2009

THANKS GIVING DAY (NO TE HAGAS PAVO)

Estoy en la marketa, frente a gordos pavos que entristecidos me muestran lo cadáver de su condición.
Se acerca el Día de Acción de Gracias, Thanks Giving Day, (No seas guajolote) fiesta mayor del calendario gringo.
En esta portentosa nación la fecha es singular para ellos. Y para los mojados como yo es la oportunidad de celebrar no solamente a san Cayetano o al Señor del Perdón, sino también para unir a nuestras fiestas tradicionales los festejos de otras razas y credos.
Esta celebración reúne las familias norteamericanas con sus amistades más cercanas y vecinos, para compartir una cena cuyo platillo principal es un gigantesco guajolote con puré de papas y salsa, ensaladas diversas, acompañadas de vino, pan, quesos y galletas o dulces de fruta.
La cena evoca la bienvenida que los nativos dieron a los ojiazules venidos de ultramar a fundar las trece colonias de la Nueva Inglaterra, episodio histórico que es narrado en las escuelas públicas como el idílico encuentro entre los primeros inmigrantes europeos y los naturales, lo que causa controversia pues se dice que en lugar de intercambiar cerillitos y candeleros por molcajetes y penachos de plumas, se dio un toma y daca de balas y flechas, espadazos y golpes de tomahauks, unos por robar y otros por defender estas extensiones de tierra. Lejos de que los nativos les obsequiaran de cena un pavo asado, los invasores los asaron a ellos, o más bien; se los comieron vivos.
El suceso es convertido ahora en un día de esparcimiento. El último jueves de noviembre es el señalado para juntar a los miembros de esas familias que durante el año viven separados, común entre los anglosajones.
En el Joan's on third, donde laboro, se realizan grandes ventas, como en Navidad o Año Nuevo, fechas, estas últimas, en que la tienda cierra sus puertas, pues la dueña, su familia y todos los empleados vamos a recogernos al calor hogareño o con nuestros amigos más cercanos.
Aquí están pues los pavos en estos gigantescos congeladores, listos para adornar las mesas atestadas de comensales.
Como parte de la tradición, el presidente de los EU, le perdona la vida a un rechonchísimo guajolote en señal de gratitud. No importa que el pobre lance gorgoreos de no saber nada o mire distraídamente el cielo. Y de que más de algún condenado a la silla eléctrica, grite: ¡A mí, a mí, perdónenme la vida a mí!
Más nos gustaría, a nosotros los mojados, que esa fecha significara un llamado a “no hacerse pavo”, sobre todo en aquello de la reforma migratoria, digo yo.
—Gracias pavito —lo zarandeo y payaseo con él— eres digno de presidir la cena de una gran nación, pero yo prefiero un pozole de camarón, unas tortas ahogadas, unos taquitos de frijoles fritos y un gran guacamole. Provecho, gringuitos.
—No juegue con el pavo— dice un ejecutivo de la tienda, de muy pocas pulgas. Y me salgo espichadito, no sea que me asen a mí también. Thanks giving day.