miércoles, 6 de enero de 2010

DESPUECITO DE ENTERRAR LOS LIQUIDADOS HUESOS DEL AÑO VIEJO

Anduve muy fatigado, como si sobre mi lomo hubiera llevado a enterrar el Año Viejo y a la vez con la chamba de una comadrona ayudando a llegar al Año Nuevo. ¡Vaya danzas! Pero ya me estoy reponiendo.
No malicien que me aventé mis chingueres y por eso estoy maltrecho, o que es lo redengado de la cuesta de Enero. Bueno, algo hay de eso. Pero no estoy como burro pasmado engrosando con paciencia la fila de la casa de empeño.
En fin, caminando por las calles angelinas cavilo que en este enorme país gente de todas latitudes, colores y credos adopta una visión cada vez más homogénea para pensar y mirar el mundo.
Por ejemplo, darle feliz comienzo al año es la consigna de todos, y aunque andes quebrado y con el Jesús en la boca, este sistema de consumo tiene perfectamente diseñados planes apetecibles para cada individuo, a fin de que sigas enganchado sin remedio. Están desde los grandes promocionales para la compra-venta de suntuosas mansiones, pasando por el clasemediero instinto del “ordene ahora y pague después”.
Sin embargo, lo que ocupa a la gran mayoría de jodidos es empezar a llevar alhajas (suponiendo que las tengan y no sean de oro del que zurró el toro) y toda clase de aparatos (y hasta sus calzones Zaga, mexican textilera) a las llamadas Shawn Pawn o tiendas de empeño, en este frío Enero de los desamparados.
Todo cabe en esta inmensa jaula de oro. Hay de todo y para todos. Unos a empeñar sus cosas, otros a endeudarse más, hasta que el costal aguante. Y el mojado alimenta sus aspiraciones de grandeza con amor del bueno, aunque no se deja estandarizar tan fácilmente…
Ojalá que el nene Año Nuevo, nos sonría luminosamente. Sé que los recién nacidos, aún con los ojos cerrados sonríen. ¿De qué sonríen? De la Gloria, ni qué dudar. La tienen en corto, a tiro de pestañazo.
Con el entierro del año viejo uno debe dejar las pesadeces también en la cripta, las fatigas, los desánimos. Sentir lo renovado de este nuevo año, sus efluvios de bebé ternurón. Hay que seguir jalando. Somos los supultureros que dijimos adiós al ayer. Somos las comadronas, como Sócrates, que forcejeamos para que venga lo nuevo, no importa que entre pujidos, sudor y lágrimas.
Guardo la pala enterradora. Guardo los pañales, por lo que requiera el beibi 2010, soy un mojado a merced de los vaivenes del Dios Tiempo. Un año más viejo, nadie se escapa de eso. Sea yo o mi compadre Obama.
Por cierto, uno de los Reyes Magos, el negrito, este año anda culeco por ir a la Casa Blanca a darle su regalo a su paisa. ¡Por todos los cielos! ¡Qué despropósito!

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