La blanca Navidad se vive modestamente en los barrios latinos, donde la cena de Nochebuena suele ser la típica ollota de pozole y unas enchiladas de pollo, acompañadas de ponche, tequila o cerveza.
Las familias y amistades se reúnen para festejar a veces toda la noche, hasta amanecerse, echando gorgoritos con sendas guitarras o convirtiendo los garages en auténticos salones de karaoke, con música de José Alfredo, Juan Gabriel y Vicente Fernández.
Ay, un año más sin ti… se escucha la temblorosa y desafinada garganta de Oscarín, que en su primer posada, se acuerda de Mariquita, la novia que se quedó en su natal Tlacolula, Oaxaca, vestida y alborotada.
Y acaba de una vez de un sólo golpe… se oye a doña Cande, sacando una voz más lastimera que Paquita la del Barrio… Si va a llegar el día en que me abandones... Pero esas canciones que traen trazas de volver amarga la Navidad, conmigo no van a poder, antes que eso pase me aventaré unos riflazos de tequila. Y si al calor de esos tragos, nomás unos cuantos, pa entonar, antes que olvidarlos me acuerdo más de mis pesares los haré pelota y los aventaré al caño.
Cuando algunos invitados empiezan a bostezar, ya de plano fumigados o presas del aburrimiento, los anfitriones, los Cienfuegos Escamilla, rompen la pista poniéndose a bailar la conocidísima y pegajosa rola: Y yo no olvido el año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas; me dejó una chiva, una burra flaca, ay, me dejó, me dejó...
Es Navidad, blanca Navidad, poniendo sus ojitos en las luces del arbolito, este mojado Gasparín dedica sus mejores pensamientos y recuerdos para su familia, olvidándose de la crisis económica, de la migra y de los tejocotazos que caen de la piñata, pero también de la violencia preocupante que se vive al sur de la frontera. Que al cabo ya anda medio entonado y les ha abierto el zaguán, para que se larguen, a los encimosos y abusivos problemas.
Llega Navidad y yo sin ti... Una lagrimota, pegajosa y salada se revuelve con el amargoso trago de cerveza que remoja la reseca boca y la garganta del mojado. De otros mojados, porque yo, superacionista cien por ciento, pienso en las una y mil cosas buenas que me han sucedido este año. Y para mí esta Navidad es la mejor de las navidades, y la siguiente será aún mejor, y así sucesivamente.
De modo que haciendo de tripas mis patitas saco a bailar a la Micaelita, que no está tan de mal ver y es una mojadita venida del mero Tapachula. Tápate el mondongo, chula.
Y véanla que es buena para el trompo; hasta unos giros emborrachadores nos ejecutamos, tipo chachachá. Y este Gasparín incluso ensaya unos pasitos a la Maicol Jackson. O se pone flamenco sacando el pecho y tronando los dedos como castañuelas. Así que los Cienfuegos, muertos de envidia, echan toda la carne al asador y bailan una cumbia del año del caldo, que ni siquiera Sara García o los Soler conocían.
Y luego un “aluzado” grita: Bueno ¿y qué les trajo el Niño Dios? ¿Les trajo siquiera jale? Porque si les trajo jale ¡les fueee muyyy bieeen!
sábado, 26 de diciembre de 2009
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