Tres años antes del fatidico terremoto
Por Wooldy Edson Louidor
Tomado por AlterPresse de la lista electronica Bohio [2], el 24 de agosto de 2006.
* Wanament. Haití.- Al ver cómo los bandidos armados han convertido en zonas de "pleno derecho" a algunos barrios populares de Puerto Príncipe, sede de los tres poderes ejecutivo, legislativo y judicial, mucha gente se pregunta si al Estado haitiano le queda aún algo de poder. Cada vez, más grupos de delincuentes amplían su campo de acción: además de Cité Soleil y Bel Air, ahora actúan en Martissant, Ti Bois, Gran Ravin, Ti Manchette, Carrefour-Feuilles, etc.
¿Hasta cuándo durará esta situación generadora de violencia, caos, pánico, miedo y terror en Puerto Príncipe? ¿Hasta cuándo el Estado haitiano restablecerá su poder en la capital y en todos los rincones del país?
Como medidas gubernamentales para contrarrestar esta situación, se nombró a un secretario de Estado para la Seguridad. En el Senado y en la Cámara de diputados, se formó una Comisión encargada de la Justicia y la Seguridad Pública. Además, durante este mes de agosto, las autoridades han actuado enérgicamente contra los grupos armados. Por ejemplo, el jefe del Estado, René Garcia Préval, había anunciado el 9 de agosto el inicio de un diálogo con algunos grupos armados de la capital haitiana para invitarlos a deponer las armas si no quieren morir.
Al mismo tiempo, las fuerzas del orden, la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH) y la Policía Nacional de Haití (PNH), emprendieron con mano dura, a través de Puerto Príncipe y en otras ciudades importantes, una campaña de desarme en contra de todos los que tienen armas ilegales. Como resultado, la semana pasada, del 14 al 20 de agosto del 2006, más de un centenar de presuntos delincuentes fueron arrestados. También, se observó durante las dos últimas semanas, del 9 al 20 de agosto, una baja considerable en los secuestros y en otros actos violentos en la capital haitiana. Este resultado es muy importante, ya que en el mes anterior, es decir, en julio, según cifras oficiales la inseguridad había dejado, sólo en el área metropolitana de Puerto Príncipe, a 60 gente secuestrada, 85 muertos de balazos (entre ellos 11 policías), 158 heridos y 35 casos de mujeres violadas.
Además de estas medidas políticas y militares coyunturales que las autoridades y las fuerzas del orden han tomado, ¿qué otras acciones estructurales, también necesarias, debería desarrollar el Estado haitiano para restablecer su poder en Haití?
Hay que subrayar que la mayoría de los haitianos (de todas las clases sociales y de distintos niveles académicos) ven al Estado haitiano como un "negocio" que los políticos buscan dirigir para llenar sus bolsillos y los de sus amigos. Esta concepción negativa del Estado tiene sus raíces en el modo como algunos funcionarios públicos y dirigentes políticos han usado (y abusado de) los bienes y los fondos del país. Restablecer el poder del Estado haitiano implica en primer lugar cambiar esta concepción en la mentalidad tanto del pueblo como de los funcionarios públicos y de los dirigentes. Por lo tanto, es necesario que los que detienen el poder y que administran la cosa pública contribuyan, a través de una gestión honesta y transparente de los bienes comunes, a que la población tenga una percepción positiva del Estado y lo "legitime".
El poder del Estado no estriba en que él tiene el monopolio legítimo de la fuerza, sino en que es capaz de dar unidad a la sociedad. Pero ¿cómo el Estado haitiano puede dar unidad si él mismo ha marginado y excluido a los pobres, desde que nació hasta ahora? Restablecer la autoridad del Estado en Haití no es sólo luchar contra los grupos armados ilegales, sino también elaborar e implementar un proyecto de país en el que los intereses de todos los grupos sociales sean integrados, incluidos y representados. Este nuevo proyecto de país implicaría una reforma del Estado en la que éste deje de ser lo que siempre ha sido, es decir, una institución personalizada, partidista y clasista, para volverse realmente nacional.
Restablecer el poder del Estado en Haití obliga a integrar al país (a hacer que se sientan miembros de la sociedad y, por tanto, copartícipes de sus bienes y servicios) a 4.4 millones de hermanos y hermanas (el 55% de la población total) que viven en la pobreza absoluta y que han estado prácticamente fuera del Estado haitiano. Concretamente, urge atacar esta crisis humanitaria que ha afectado a los pobres (la mayoría de la población) desde el año 2004 a raíz de los conflictos políticos y armados que surgieron entre los partidarios del ex presidente lavalas Jean-Bertrand Aristide y los grupos opositores a él. Esta crisis humanitaria sigue empobreciendo a muchos hogares y cobrando día a día una cantidad considerable de víctimas, al igual que la inseguridad, pero con la diferencia de que esta última tiene mayor cobertura mediática, política y diplomática.
El poder del Estado haitiano tiene que resplandecer tanto en esta coyuntura actual marcada por la inseguridad, como también en la estructura socio-económica del país que crea muchas desigualdades y la exclusión de la mayoría de la población (los pobres) que son, sin embargo, las primeras víctimas y los más vulnerables en los conflictos políticos y las crisis humanitarias ocasionadas por estos conflictos (situación de desplazamientos dentro y fuera del país, a causa de la violencia; dolor y sufrimiento en el seno de las familias; parálisis de todas las actividades; destrucción de casas, propiedades y bienes; mucha gente hambrienta y damnificada).
Restablecer el poder del Estado en Haití debe de ser una prioridad a la vez coyuntural y estructural.
* Wanament, Haití, martes 22 de agosto del 2006.
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