lunes, 9 de noviembre de 2009

UN CACHO DE MI TIERRA EN LOS ANGELES

Dentro de la gama de programas destacan aquellos de los locutores que se vuelven célebres regalando dinero y vales de gasolina entre su convenenciera audiencia. Locutores que han logrado posicionarse en el gusto de la gente, que es medio picarona y argüendera, algo debían de haberse traído en el morral de su conciencia, ¿nooo?
Aquí fue muy famoso el Cucuy de la mañana, tipo sangrón y malhablado que tenía unas habilidades tremendas para meterse a los hogares, a base de pesadas bromas, chistes subidos de color, frases acuñadas desde los barrios bajos donde cualquier farfullada es sinónimo de excentricidad y refinamiento... Nálgame la pena, for pavor... ah que la que se cayó por asomarse... En seeerio ¿me lo juras…? Y así se pasaba todas las tardes timando a medio mundo, hasta que el teatrito se le cayó y quedó al descubierto se derruida vida familiar y sus corruptelas en la radio. Un señorón de la radio, bueno, para mucha gente. Yo prefiero cambiarle de estación.
Me fascina Recuerdos y K-love, música romántica, vernácula de tríos y duetos inmortales y una que otra canción de Sabinas, Ubago y Arjona, pasando por los clasicos José José, Roberto Carlos y Manoella Torres... Ah, y los trascendentales mensajes subliminales del divo de ciudad Juarez, Juanga, que no nació para amar sino para alborotar muchachos calenturientos y raritos.
Aunque ustedes lo lleguen a dudar pero casi todas las estaciones radiofónicas en español son propiedad de koreanos e hindúes. A excepción de algunas que son filiales de Univision y Telemundo.
La mafia cubana de los Stefan y Sevseq extienden sus dominios hasta la costa oeste de los Estados Unidos y el sur de California, donde se concentra uno de los mercados más importantes, el de los consumidores hispanos, que seguramente recogen el dinero con aspiradora, pues viven como pobres y gastan como ricos. Quizá tienen árboles que producen billetes verdes.
Yo, al igual que miles de colegas mojados, he dejado atrás esos rudimentarios espacios electromagnéticos de voz aguardentosa y socarrona, haciendo lo que la niña fresa del cerro, con pequeñísimos aipods escuchamos cientos y hasta miles de canciones. Un dispositivo diminuto y un enorme mundo musical qué disfrutar.
Amanecer ranchero, un pedacito de mi tieeerra... No pos sí, esa es la estación de don Peter, Pedrito el zacatecano que vive al lado y lanza de vez en cuando un sonoro aiaaiaiaiaiayyyyy ajaja, cuando escucha el corrido del caballo blanco o Besos y Copas de Chayito Valdez... Desde mi cuarto le grito un ajajua, cuando desde su ruidoso artefacto se escucha mi segundo himno nacional: Que linda es mi tierra Nayariiit, que chula es también su capital...
En estos momentos el zacatecano de al lado está sintonizando a don Cheto, se escucha la canción tan pegajosa que dice: No voy a trabajar, no voy a trabajar...
Ah cómo de que no, pa'rriba Juan, pa'rriba juan, ya cantó el gallito... Queríamos norte, ¿no? ¡Pues a darle que es mole de olla! ¡Y chiva el que se raje!

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